Al derecho y al revés: Morena y la oposición
En esta elección están en juego 629 cargos a nivel federal y 19 mil 738 a nivel local.
RFInforma / Ciudad de México / sábado 20 de enero del 2024
Redacción.-
Margot Pereyra editorialista invitada
2024 es el año del Dragón según el calendario chino, lo que significa que será un año intenso, de movilidad, de cambios, de vivir nuevos comienzos, de renacer.
El dragón representa también la fuerza y la valentía.
Y vaya que vamos a necesitar de estos dos elementos para sobrevivir de buen ánimo lo que nos espera en México: una elección calificada por muchos como histórica.
En este año, donde estaremos regidos por ese personaje mitológico, nuestro país se encuentra clavado en los ojos del mundo, pues tendremos por primera vez una mujer presidenta, que será elegida en las urnas el próximo 2 de junio.
En esta elección están en juego 629 cargos a nivel federal y 19 mil 738 a nivel local.
Todo un ejército de gente que anhela un puesto público y otro ejército de personas que acudirán a votar, o al menos deberían hacerlo.
Sí, la elección será intensa.
La polarización que se vive en México en la arena electoral no es nueva. El término de la hegemonía priista, que mantuvo secuestrado el poder por más de siete décadas, desató las más terribles pasiones en aquel memorable año 2000, cuando ¡al fin! se derrumbó un régimen caduco.
Se acabó el “dedazo”, el “volado” que el presidente en turno se aventaba para elegir a su sucesor, el besamanos… y también la opresión del pueblo, harto hasta el copete de los mal llamados “herederos de la revolución”.
Los que tenemos muchos años de vida y que hemos vivido varios procesos electorales recordaremos la euforia de la ciudadanía ese día de la votación en que Vicente Fox ganó la presidencia.
Aunque será recordado como el peor presidente de la historia, el mandato de Fox fue un parteaguas en México y la democracia se inauguró.
Veinticuatro años después, el abanico para elegir a quien nos gobernará es más amplio.
De entrada, aunque es anacrónico decirlo, se rompió el “Techo de Cristal” y son dos mujeres las que llevan la batuta y se llevan los reflectores.
Hay un personaje más, de relleno, que hará “bulto”: el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, que le entró a la cancha electoral tras el zafarrancho protagonizado por el imberbe gobernador de Nuevo León, Samuel García.
Lo único bueno que representa Álvarez Máynez es que puede mover, aunque sea por moda, a la juventud, muchos de los cuales irán por primera vez a las urnas.
¿A LA DERECHA O A LA IZQUIERDA?
Sobre los hombros de la candidata morenista pesa una enorme loza. Claudia Sheinbaum, como hija pródiga de López Obrador, debe convencer a los mexicanos que es la mejor opción y demostrar que las elecciones no se ganan en un año, ni en un mes, ni en una campaña.
La preferencia del electorado está definida desde el día uno del gobierno que termina su mandato y pretende pasar el bando a otro de su mismo color. Su tarea no es sencilla, pese a que Morena gobierna 22 de los 32 estados del país. De hecho, por gobernar 22 estados y tener diez con la oposición el reto es mayor. Ya veremos si en seis años la llamada onda guinda sigue en ascenso de plano se extinguió.
El tarea, sin duda, será desbancar los cinco estados gobernados por Acción Nacional, pues en ellos se encuentra el ala dura del panismo, que se niega a dar su voto a los guindas e incluso a sus enemigos históricos: los priistas, por más que ahora coman del mismo plato y sean parte de una coalición que nomás no termina de cuajar.
La candidata blanquiazul, Xóchitl Gálvez, lanzada al ruedo para competir con otra mujer, se las ha visto negras no solo por sus dislates. A Gálvez le tocó “bailar con la más fea” al enfrentarse a todo un aparato gubernamental que le apuesta a todo, sin recato, para permanecer en el poder.
No solo eso: la candidata de Fuerza y Corazón por México tiene detrás un grupúsculo de personas que representan lo más odiado del gobierno actual, los llamados “neoliberales”, el poder empresarial que lucha por no perder privilegios y le ha faltado empatizar con el grueso de una población desprotegida que hoy se regodea en el populismo de la 4T.
Difícil, mas no imposible, hacer que la panista enamore a un electorado que por seis años ha vivido adormecido por los programas sociales, que si bien no son del todo malos, frenan el ascenso de una clase media que en este sexenio ha sido olvidada e incluso, aplastada.
Y así, en este escenario, estados como el nuestro, Aguascalientes, vivirá un proceso electoral para elegir 27 diputaciones estatales, (18 por mayoría relativa y 9 por representación proporcional,) , 11 ayuntamientos, 6 diputaciones federales y 3 senadurías
La joya de la corona, sin duda, es la alcaldía de Aguascalientes, pues además de concentrar el grueso del poder económico, cuenta con una población de 948 mil 990 personas, según datos del INEGI.
Pese a ser este estado uno de los pocos que aún se pintan de azul, la creciente marea guinda va ganando terreno y sus militantes participan en brigadas y conforman comités que prometen dar batalla en el año que comienza.
Es muy claro, nadie se puede dormir en sus laureles.
Tanto panistas como morenistas deberán gastar las suelas de los zapatos para recorrer los municipios y convencer a los votantes.
Nada, en definitiva, está escrito.
La derecha radical, que guste o no tiene una fuerte presencia en estados aún conservadores, deberá enfrentar con firmeza al partido que llegó a la presidencia en 2018 y contagió con el llamado “fenómeno AMLO” buena parte del territorio nacional.
¿Logrará Claudia Sheinbaum la misma hazaña de su antecesor y su partido se colará en lugares donde habita el ala dura del panismo?
Ya se verá. El periodo de intercampañas, que concluye a finales del próximo mes, será determinante pues mientras ellos, los candidatos, planean sus estrategias, la militancia activa de los partidos que los representan se pondrán las pilas para organizarse y, en su momento, defender su voto.