Por Rodolfo Franco

 Es un mito totalmente falso construido por la narrativa oficialista, la verdad es que el General Lázaro Cárdenas del Río no expropió el petróleo, este recurso ya estaba en propiedad de la nación, así se estableció en el artículo 27 de la Constitución Mexicana promulgada en el año de 1917 en el estado de Querétaro; “Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de …… el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos; y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y términos que fije el Derecho Internacional”.

De modo que no es el prohombre que nacionalizó el petróleo, lo que hizo fue utilizar una Ley de Expropiación publicada dos años antes de 1938, para expropiarle a las diecisiete empresas extranjeras su maquinaria, instalaciones, equipo, tanques de almacenamiento, buques, oleoductos, carros tanques, embarcaciones y vías de comunicación, previas negociaciones de indemnización, con la finalidad de resolver laudos laborales generados por las compañías petroleras que se negaban a mejorar las condiciones salariales y laborales de los empleados, ofreciendo a los trabajadores una nueva fuente de trabajo, al crear el General Cárdenas en junio de 1938, la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex).

La indemnización demandada por las empresas petroleras era de 450 millones de dólares, monto del que finalmente se llegó a un acuerdo de pago de solo 40 millones de dólares en plazos y el ofrecimiento de seguir participando las empresas extranjeras pero de otra forma, por lo que para el año siguiente Cárdenas reformó el artículo séptimo de la ley petrolera, para incluir un párrafo que establecía podrán celebrarse contratos con los particulares a fin de que estos lleven a cabo por cuenta del Gobierno Federal los trabajos de exploración y explotación, ya sea mediante compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los productos que se obtengan, nada más neoliberal; Así se cubrió de gloria el General Cárdenas y resolvía varios problemas, quedaba bien con los gobiernos extranjeros, quedaban bien con los trabajadores y para resolver la carencia de técnicos en la naciente empresa paraestatal denominada Pemex, sin experiencia, sin equipo suficiente y sin recursos económicos, dio paso a los contratos con los extranjeros.

Todo lo anterior tiene sentido traerlo al presente, porque el presidente López Obrador al verse rebasado por dos marchas en su contra realizadas en menos de quince días, una en defensa del INE, donde le llenaron el Zócalo, y otra donde familiares de militares detenidos se manifestaron en contra del trato que se les está dando a los militares, convocó como revancha para el 18 de marzo a todas sus huestes a ‘celebrar’ el 85 aniversario de la ‘Expropiación Petrolera en el Zócalo’, conmemorar un hecho que no existió, en un evento donde se congregaron miles de acarreados utilizando un argumento debatible y rebatible, pretexto para que un hombre enfermo de envidia, rencor y megalomanía cure las heridas de las manifestaciones.

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