Aguascalientes, Ags. 13 de Septiembre

Redacción.-

Luego de que la empresa de servicios públicos El Paso Water notificara el desvío de más de 150 millones de galones (567 millones 811 mil 767 litros) de aguas residuales al río Bravo tras una falla en dos de las líneas para el tratamiento del líquido, en el lado mexicano se han encendido las alertas por los daños ambientales que esto pudiera dejar en la región.

Incluso, organismos dedicados al cuidado ecológico han solicitado a las autoridades realizar un estudio a profundidad para conocer el impacto en la frontera a fin de poder determinar verdaderas medidas de mitigación y rehabilitación.

El pasado 13 de agosto, Epwater experimentó roturas en dos líneas principales de aguas residuales paralelas, conocidas como Frontera Force Main. Este conjunto de tuberías recolecta todas las aguas residuales del lado oeste de la vecina ciudad, desde duchas, lavabos hasta inodoros, y entrega flujos a la Instalación de Recuperación de Agua Hickerson, que luego limpia el agua para su reutilización y su posterior liberación al río Bravo.

De acuerdo con Gilbert Trejo, director técnico de la compañía paseña, la decisión traerá efectos adversos para el río, sin embargo, era el único sistema capaz de absorber una cantidad tan grande de agua.

Asimismo, según las proyecciones de la empresa de servicios públicos, se espera poder instalar nuevas líneas de fibra de vidrio a más tardar el mes de diciembre, por lo que el desvío podría permanecer hasta finales de octubre o noviembre.

En declaraciones previas Lori Kuczmanski, portavoz de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (IBWC, por sus siglas en inglés) en El Paso, aseguró que los trabajos están siendo supervisados, además de que se estaría notificando a México sobre esta decisión.

José de Jesús Luévano, secretario de la Sección Mexicana de CILA, comentó que ya se ha solicitado a la parte estadounidense toda la información referente al caso para verificar que el agua corresponde a desecho residual, por lo que prefirió omitir más comentarios.

“Por ahora no podemos dar más información, sólo podemos decir que no está permitido, nadie tiene permiso para descargar aguas residuales al río Bravo. Pero es muy prematuro hablar de eso, necesitamos conocer cuánto volumen es, por cuánto tiempo y conocer si realmente es agua sin tratar, necesitamos valorar todo eso primero”, dijo.

Luévano Grano explicó que el problema corresponde a asuntos catalogados en el Artículo 3 del Tratado de Aguas de 1944, referente a dar atención preferencial a situaciones de saneamiento.

Para Néstor Ricardo Acosta Caro del Castillo, maestro en Ciencias Ambientales y director de la asociación civil Juárez Limpio, es necesario que las autoridades mexicanas mantengan una constante comunicación con sus contrapartes en Estados Unidos para conocer a fondo la situación y poder emplear medidas que no sólo mitiguen el impacto, sino que ayuden a resarcir los daños.

“El daño ambiental va a existir, es complicado determinar qué tanto se verá afectada la región, pero tal parece que será a corto plazo. Aquí lo importante es que organismos como CILA, Conagua, Semarnat y aquellas autoridades mexicanas con responsabilidad en cuestión ambiental soliciten toda la información para ver exactamente qué es lo que está generando el problema y poder definir acciones reales para disminuir los riesgos”, comentó.

Entre los primeros efectos que el especialista en medio ambiente advirtió está la presencia de fuertes olores en los lechos del río, por lo que recomendó evitar tener contacto con el agua para evitar daños a la salud como infecciones en la piel o gastrointestinales, así como otras enfermedades.

Asimismo, pidió a las autoridades mexicanas mantener comunicación con la población del Valle de Juárez y agricultores para evitar que el agua contaminada sea utilizada para el riego del campo, mientras no se conozcan a detalle los verdaderos impactos.

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