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Redacción.-

Una tragedia que estremece al Perú y al continente entero. Andreina Farías, una mujer venezolana y madre de cinco hijos, fue brutalmente asesinada tras contratar un servicio de internet en su vivienda, ubicada en el distrito de San Bartolo. Lo que parecía ser una simple instalación técnica se convirtió en una pesadilla que acabó con su vida.

Según medios internacionales, los hechos ocurrieron cuando dos técnicos acudieron a su casa para realizar la instalación. Lo alarmante es que estuvieron dentro del domicilio por más de 12 horas, desde las 9:00 de la mañana hasta las 10:30 de la noche. En ese lapso, Andreina habría sido víctima de una agresión sexual, según las primeras versiones.

Desesperada, al notar que los hombres intentaban huir, Andreina salió a confrontarlos. Un video captado por vecinos muestra el angustiante momento en que la mujer golpea el vehículo de los técnicos, que tenía visible el logo de la empresa de internet. A gritos, intentaba impedir que escaparan. Fue entonces cuando, en un acto cruel y cobarde, el vehículo retrocedió y luego avanzó con fuerza, arrollándola. Andreina murió en el lugar.

La empresa implicada emitió un comunicado tras la difusión del caso, en el que asegura que condena cualquier tipo de violencia o conducta inapropiada, y aclara que los técnicos no eran empleados directos, sino personal de una compañía subcontratada. No obstante, ambos fueron separados de sus cargos mientras se llevan a cabo las investigaciones.

Este crimen ha desatado una ola de indignación social. No solo por la brutalidad de los hechos, sino por lo que representa: una mujer migrante, madre de cinco niños, vulnerable ante un sistema que no protege a quienes menos tienen. La comunidad exige justicia y acciones contundentes. Andreina no era una desconocida. Era madre, vecina, trabajadora. Y su vida fue arrebatada de la forma más cruel.

La ciudadanía clama por una investigación transparente, por sanciones ejemplares, y por la revisión urgente de los protocolos de seguridad en los servicios que implican visitas domiciliarias. Andreina merece justicia. Su muerte no puede quedar impune.