Por Rodolfo Franco

Gobernaba el país Andrés Manuel López Obrador, creador del partido Morena y líder ‘moral’ de la ‘Cuarta Transformación’, en campaña una de sus banderas fue el combate a la corrupción, su estribillo fue repetido hasta el cansancio, veníamos de un gobierno priísta encabezado por Enrique Peña Nieto marcado y manchado por la famosa Casa Blanca y la Estafa Maestra, dos monumentos enormes de corrupción perfectamente aprovechados y exhibidos por López Obrador, obteniendo con ellos la divisa política para alcanzar la presidencia, a cambio claro estaba no tocar a Peña.

López ya presidente implementó la conferencia matutina para no dejar de hacer campaña todos los días con cargo al erario, en una de las tantas conferencias, el 31 de agosto de 2019 para ser exacto, un día antes de su primer informe de gobierno sacó por primera vez el “pañuelito blanco” para afirmar que “ya no hay corrupción arriba” y daba ejemplo de cómo se combatía la corrupción, exponía que al igual que como se barren las escaleras, se combatía de arriba para abajo, sin embargo se trataba de un mero acto propagandístico, lejos estaba de ser un gobierno libre de corrupción, al igual que en el gobierno de Peña a quien le exhibieron su Casa Blanca, a López le surgió la Casa Gris.

En enero del 2022 fue publicado un reportaje que mostraba la Casa Gris, una lujosa residencia en Houston, en Texas, donde habitaba José Ramón López Beltrán, hijo mayor de AMLO, la casa pertenecía a Keith Schilling, un alto ejecutivo de Baker Hughes, compañía petrolera que recibió varios contratos de Pemex, por más explicaciones y justificaciones que daba, no pudo negar que el dueño de la casa que ‘la rentaba’ al hijo que no trabaja, recibía millonarios contratos en dólares en la paraestatal Pemex.

Menos de un año después, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) publicó una investigación que revelaba el que sería el caso de corrupción más grande de su sexenio: los desvíos de más de 15 mil millones de pesos destinados a los programas alimentarios para las poblaciones más vulnerables, operados a través de la recién creada Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex). El saqueo del doble del monto de la estafa maestra continúa impune, el titular Ignacio Ovalle no fue investigado, fue premiado con otro puesto en la Secretaría de Gobernación y López lo tachó solo de ingenuo porque argumentó que lo ‘chamaqueron’ sus subordinados y para borrar el fraude desapareció Segalmex.

La corrupción del gobierno de López Obrador es herencia para Sheinbaum porque son los mismos funcionarios impuestos por López, las mismas prácticas, los mismos vicios, un ejemplo de ello son los traspiés del gobierno de la 4T en materia de salud, no solo quebraron el sistema al desaparecer el Seguro Popular para crear el Insabi, que luego desaparecieron para crear el IMSS-Bienestar. En los tumbos dejaron sin quimios a los niños enfermos de cáncer, provocaron un brutal desabasto de medicamentos que pretendieron resolver con la creación de la ‘Mega Farmacia’.

La semana pasada fue reconocido por la presidenta Claudia Sheinbaum que una adquisición de medicamentos en su gobierno fue irregular, Sheinbaum reconoció la compra de insumos médicos con un sobrecosto de 13 mil millones de pesos por parte de la empresa paraestatal Birmex.

La reacción de la presidenta con ‘a’, la motivó la publicación del periódico REFORMA al publicar el sobreprecio en la compra consolidada de medicinas e insumos médicos 2025-2026, a su vez el subsecretario de Salud Eduardo Clark, aseguró que los medicamentos involucrados representan solo el 6 por ciento del total de las compras, por lo que ese lote quedó ‘congelado’ hasta que sea investigado el caso. Explicó que los 175 medicamentos o materiales de curación fueron adjudicados a proveedores que no ofrecieron el mejor costo en la licitación.

El acto de corrupción por 13 mil millones de pesos en medicamentos a cinco meses y medio de gobierno de Sheinbaum es otro caso emblemático de corrupción de la Cuarta Transformación, cuyo monto es equivalente al de Segalmex.