Por Paulette González  / RFInforma sábado 24 de noviembre de 2024

Hoy como nunca tenemos un presidente vigilado desde el extranjero por sus presuntos vínculos con el narcotráfico, tema que lo está haciendo perder la brújula.

Los millones de #Hashtags y las notas periodísticas que ponen en evidencia lo que era un secreto a voces, desquician cada día más al habitante de Palacio Nacional, que ahora no solo denosta y ofende a la prensa del país, lo hace también con la extranjera.

La exhibición del número telefónico de la reportera del prestigiado medio internacional, The New York Times, Natalie Kitroeff, es terrible, y me atrevo a asegurar que es inhumano y hasta criminal, pues el tabasqueño la expuso en forma vulgar, con mucha rabia, como aquel que asegura que “el que la hace, la paga”.

¿Le importa al presidente la seguridad de la reportera? En absoluto y para muestra terminó insultándola (y de paso a todo el gremio) cuando aseguró que los periodistas se sienten “bordados a mano” pidiendo que le  “bajaran dos rayitas”.

La ira del presidente obedece a los señalamientos publicado en el diario más influyente del mundo: The New York Times, donde se publica una investigación  que al leerla da escalofríos: “Existe información que apunta a vínculos potenciales entre operadores de poderosos cárteles y consejeros y funcionarios cercanos al Presidente, mientras gobernaba el país”.

Hay que recalcar, que The New York Times no es para nada un  “pasquín inmundo” como López señaló, por lo que difícilmente la investigación es un invento.

El colmo: hoy por la mañana discutió con una reportera de Univisión y aseguró que por encima de la ley está la autoridad política del presidente.

No debemos olvidar que AMLO ha mandado en distintas ocasiones “al diablo” a las instituciones, pero lo hacía cuando era oposición, no con la investidura presidencial. Esto lo hace doblemente grave.

La urgencia de la reforma al Poder Judicial cobra sentido: se está allanando el camino para que su candidata, Claudia Sheinbaum, le otorgue impunidad.

En ese escenario estamos por arrancar las próximas elecciones, con una prensa vulnerada, desprotegida, con varios candidatos asesinados, con el crimen en la calle y con una “corcholata” impuesta desde el poder para continuar con la masacre y la impunidad.

Que Dios nos agarre confesados.