Por Rodolfo Franco

Veíamos lejano el día, pero llegó, la crisis por el agua ya nos alcanzó: Hay alertas sobre la falta de agua en Alemania y Polonia por la bajante histórica de ríos como el Rin o el Danubio. Londres ya implementó restricciones al consumo de agua por la seca de las fuentes del río Támesis, en América del Sur el río Paraná presenta el estiaje más prolongado desde 1884 con impactos crecientes en la logística para la exportación de Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. En Estados Unidos, la sequía afecta seriamente a California y la cuenca del Río Colorado, enfrenta mínimos históricos que ya afectan a más de 40 millones de personas que dependen de él para su vida y economía, en Panamá, país donde llovía medio año, el lago Gatún se está secando, lo que ha provocado una disminución significativa en el número de pasajes diarios permitidos en el canal de Panamá, a nivel mundial México ocupa el cuarto lugar con mayor extracción de agua del subsuelo, sólo después de China, Estados Unidos e Indonesia.

En México ante el fenómeno del estrés hídrico tenemos un sexenio perdido, derivado de la problemática de sequía en el Valle de México, el presidente López Obrador planteó en su plan de veinte reformas, modificar la Constitución para prohibir nuevas concesiones de agua en zonas con alta escasez del líquido, la propuesta ni siquiera partió de un interés por resolver el problema, fue derivado de un litigio con la industria minera, por lo que la iniciativa no resuelve el problema, no va al fondo y no presenta un plan de rescate, se terminará el sexenio sin haberse generado una Ley General de Aguas con visión de mediano y largo plazo para emprender los cambios de fondo que requiere el país, será un sexenio perdido en materia de gestión del agua.

Para resolver la sequía que padecemos, se requiere de un proyecto integral, no solo regular permisos de extracción y medir sin excepción el volumen del agua extraído como fue aprobado en mayo del año 2023 en la Ley de Aguas, se requiere de grandes proyectos con grandes inversiones. La propuesta del presidente de llevar agua del sureste donde abunda el agua al centro o norte del país no es una idea descabellada, ocupa sí grandes inversiones, dando el verdadero valor económico al agua, trasladamos gas y gasolinas por ductos, podemos hacerlo con el agua, para ello ocupamos dinero, y si lo tenemos, pero se dilapida en proyectos infructuosos como el AIFA, la aerolínea Mexicana de Aviación la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el gas Bienestar, la Mega Farmacia, el Proyecto Turístico de Isla Marías, y la cancelación de aeropuerto de Texcoco, proyectos que han costado 776,015 ‘billones’ de pesos.

Con ese dinero se hubiera podido llevar agua entre estados, construir el mayor número de plantas de tratamiento de aguas residuales para su aprovechamiento, construir plantas de infiltración de agua al sub suelo, implementar sistemas de captación de agua de lluvia, ampliar la tecnificación del campo para reducir el consumo de agua en riegos, reforestar zonas deforestadas para atraer e infiltrar el agua de lluvia.

Qué proyecto sería más importante; ¿Refinar gasolina o tener agua para vivir? ¿Sembrar árboles para atraer la lluvia o devastar la selva para pasar un tren?

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