Por Rodolfo Franco

La empresa Aeromar aterrizó, quebró, sus propietarios la abandonaron, sus trabajadores la operaron buscando mantenerla volando, pero las deudas la bajaron de los aires y dejaron en el desempleo a 600 trabajadores.

Zvi Katz, heredero de la empresa Aeromar, fundada por su padre Marcos, comenzó operaciones en el año de 1987 con un vuelo de Toluca a Acapulco, al año siguiente trasladó operaciones a la Ciudad de México y llegó a atender destinos que otras aerolíneas no cubrían, 21 en total dentro del país y tres internacionales. Fundada por la familia Katz, hace meses que la empresa estaba en quiebra por el adeudo millonario de siete mil millones de pesos, entre los que destacan más de 522 millones de pesos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, pagos pendientes por más 74 millones de pesos con Aeropuertos y Servicios Auxiliares de combustible y servicios aeroportuarios, y al momento del anuncio 105 millones de pesos a trabajadores.

En este sexenio también cesó operaciones Interjet, empresa adquirida por Alejandro del Valle a Miguel Alemán Magnani, con un pasivo fiscal de 29 mil millones de pesos, mucho peso para levantar el vuelo.

Otra aerolínea que aterrizó en definitiva aunque contaba con capital para despegar fue TAESA, fundada por el capitán Alberto Abed Schekaiban, con capital de Carlos Hank Rhon. Cubría 26 destinos nacionales y 7 internacionales con 31 aviones. Un accidente aéreo ocurrido el 9 de noviembre de 1999 al desplomarse un avión en Uruapan fue el primer clavo del ataúd, porque derivado de la crisis del año de 1994 acumuló una deuda de 400 millones de dólares, por lo que se fue a la quiebra.

Líneas Aéreas Azteca aprovechó la salida de TAESA y absorbió parte de la flota y personal. Inició operaciones en junio de 2001 bajo el mando de Leonardo Sánchez Avalos. Voló hasta 8 aviones y cubrió alrededor de 20 destinos nacionales y dos en Estados Unidos. En marzo de 2007, la SCT le suspendió por definitiva su licencia por no cumplir con los estándares de seguridad y la Profeco embargó a la empresa hasta por 75 millones de pesos.

Otro intrépido fue Humberto Lobo Morales al crear en mayo de 1990 Aviación Chiapaneca, más tarde Aviacsa. Movió una sexta parte del tráfico de pasajeros nacional y piloteó hasta 34 aviones, casi el mismo tamaño de flota que Interjet o Volaris. En junio de 2009, la SCT suspendió a la aerolínea por irregularidades en el mantenimiento, obtuvo un amparo para seguir volando. Sin embargo, en julio del mismo año la STC volvió a suspender las actividades de la aerolínea, esta vez basados en un adeudo de cerca de 292 millones de pesos por servicios de aeronavegación. La aerolínea no volvió a despegar.

Otras líneas aéreas que han roto sus alas, fueron Aerocalifornia, Aerosudpacífico, Aerocozumel, Aerolíneas Internacionales, Aeromorelos, ALMA, Aviación del Noroeste y Allegro, algunas de las más conocidas que han mordido el polvo por diversos factores.

Una que no escapó del escrutinio periodístico fue el capricho sexenal del ex presidente Vicente Fox Quesada, quien instruyó a su Secretario de Comunicaciones y Transportes Pedro Cerisola Weber, entregar un título de concesión para operar durante 5 años con opción a una prórroga de 30 años más, a la empresa de bajo costo ‘Avolar’ líneas aéreas, empresa propiedad de Jorge Alberto Bribiesca Sahagún, hijo de Martha, esposa de Vicente. El juguete duraría tres años y vendría a tierra.

Aeromar cae por las complicaciones económicas del mercado aéreo, y no es la única empresa del ramo que muere, Mexicana de Aviación, empresa emblemática que dejó de volar, acaba de ser rescatada por el presidente con recursos públicos y será operada por militares, tomará las rutas de la empresa quebrada, pretendiendo hacerla volar por decreto y a costa de nuestro impuestos, cuando son las fuerzas del mercado aeronáutico las que dan pista o hangar.

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