Por Rodolfo Franco

En realidad el título de ese artículo es una copia modificada del libro escrito por mi dilecta amiga Anabel Hernández; ‘Fin de Fiesta en los Pinos’, en el que documenta una serie de abusos cometidos por la ‘familia presidencial’ –corría el gobierno de Vicente Fox– libro en el que ya denunciaba la presunta protección al narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias ‘El Chapo Guzmán’, o ‘El Señor’ como lo llama el presidente López Obrador, también describe Anabel una larga serie de abusos del poder en beneficio de la familia presidencial.

Hoy estamos a cinco días de que asuma el control del estado Tere Jiménez, y el legado del sexenio de Martín Orozco Sandoval será más de ‘deberes’ que de ‘haberes’, hay más cuentas por pagar que obras por festejar.

Martín llegó al cargo severamente cuestionado por su honradez, estaba sujeto a proceso judicial por el descarado robo de terrenos durante su gestión como presidente municipal de la capital, pero tenía control sobre grupos panistas que prefirieron impulsarlo en la candidatura con el único objetivo de beneficiarse del botín que les representaba un sexenio de control absoluto en las decisiones trascendentales de un estado que por pequeño, deja fortunas que no se terminan tres generaciones.

He reunido documentación suficiente para escribir el libro ‘Fin de Fiesta en Palacio’, del que iré presentando capítulos en oportunidad para no entorpecer las investigaciones que se están realizando por diferentes autoridades, y que llegarán a dar frutos.

Porque Martín no solo llegó cuestionado por su honradez, llegó con una cáfila de familiares e incondicionales ubicados en puestos estratégicos que rotaban de dependencia en dependencia, cuyas responsabilidades eran fundamentalmente el manejo del dinero en compras, licitaciones, adquisiciones, contratación de servicios. Otra caterva de funcionarios operaba en hacerse de predios y vender protección a grupos criminales, no había nada que se hiciera en el gobierno que no pasara por Martín, no había cargo o puesto de relativo nivel que no aprobara y los puestos de la tropa, como los llama, también eran asignados a operadores, a pago de favores y compromisos.

El de Martín fue un gobierno de promesas parcialmente incumplidas, y las que cumplió llevaban su sello personal, control, beneficio político o sociedad en los negocios, solo que redujo aún más su grupo de ‘amigos’ y confió más en los aduladores que en los que le advertían de los riesgos de sus decisiones.

Martín sí logró el crecimiento económicamente, pero el personal, pasó de ser un mediocre contador de cantina, de clase social media baja (de sus malos modales no pasó), a convertirse en potentado, con miles de hectáreas en tierra, tanto en la ciudad como en el estado, negocios inmobiliarios, gasolineras, empresas de agroindustria y muchos prestanombres que mañana lo traicionarán, en cambio deja un estado hundido, con decrecimiento, con altos índices de inseguridad y crecimiento en homicidios dolosos, con muchos ‘heridos políticos’ con ‘cadáveres en el closet’ y un prestigio personal por los suelos, en su partido busca reconfigurar un grupo de ‘choque’ entre los que saldrán de la nómina y a los que no les tocará nada, busca unir y unirse a los que reconfigurarán grupo político desde palacio menor, busca ‘armar’ a un partido político para competir en el 2024, sabe que ya no tendrá fuero y deberá regresar al Juzgado a enfrentar proceso, proceso que lo llevó a la cárcel por desacato al Juez.

Martín tiene sed de venganza, producto de la cruda que comienza derivada de la borrachera del poder sexenal.

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