“Lo mejor es lo peor que se va a poner”
La llegada de César Yáñez parece un guiño de AMLO en contra de Sheinbaum

RFInforma / Ciudad de México / lunes 4 de julio del 2022
Redacción.-
En el Antiguo Palacio del Ayuntamiento de Ciudad de México, cayó como balde de agua fría la noticia de que César Yáñez Centeno Cabrera, exvocero de Andrés Manuel López Obrador, cuando fue jefe de Gobierno capitalino y candidato presidencial, haya sido designado por el presidente como subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación (Segob), bajo el mando de Adán Augusto López Hernández, uno de los aspirantes más fuertes de Morena a la Presidencia de la República en 2024.
Nadie dentro del equipo de la jefa de Gobierno esperaba ese movimiento; la percepción que tenían de Adán era la de un político demasiado cuadrado, gris y antipático, enviado por el presidente a los mítines de Morena en los estados, con la única misión de aceitar la maquinaria político electoral de los futuros gobernadores en favor de la candidatura presidencial de “la Jefa”, no para destaparlo a la grande. Instantes después del nombramiento de Yáñez en Segob (me compartieron fuentes que se codean con este círculo), Sheinbaum lucía malhumorada, con un semblante de una candidata aceptando su derrota en público.
Lo cual tendría mucho sentido, si tomamos en cuenta que las “corcholatas” de AMLO están convencidas que para alcanzar la silla, necesitan simplemente ganarse el cariño de su jefe, antes que el de los electores, eso sí, haciendo méritos como el ser políticos alegres, dicharacheros, carismáticos, que se pongan en los zapatos de los de abajo con naturalidad, como la vicepresidenta electa de Colombia, Francia Elena Márquez Mina, al saludar de mano a tres mujeres trabajadoras de la residencia oficial del gobierno colombiano, acompañada por la vicepresidenta saliente, Marta Lucía Ramírez de Rincón, que oteaba la escena por encima del hombro; el único requisito que les pide el mandatario es que se parezcan a él, no que lo imiten.
Las alertas comenzaron muy temprano en la oficina de Sheinbaum, a quien no le supo muy bien el desayuno fit que le prepararon (hasta en eso, contraviniendo a su mentor, que le había “recomendado” salir a comer tacos de canasta en los patios del Zócalo, para encajar en ese tipo ideal de político glotón, conectado con los sentimientos –y las calorías– de la nación, en el que cree), derramando un poco de café en su escritorio al soltar bruscamente la taza, luego de ver en su tablet la fotografía del secretario de Gobernación, en la primera plana de La Jornada, con un encabezado que decía: “Adán López, como titular de la SG tengo ventaja para 2024”.
Sheinbaum esperaba ser la primera de las “corcholatas” entrevistada por “La Atalaya” de las izquierdas; no pudo ser así. A diferencia de ella, que concedió su primera entrevista como aspirante al periódico español “El País”, en la solemnidad de su oficina, ataviada de un vestido blanco, su rival, Adán Augusto López Hernández, aceptaba la invitación de La Jornada con la condición de ser entrevistado en la calle, junto a las personas; al final, por cuestiones técnicas, acordó la charla al interior del popular restaurante de la Casa de los Azulejos, en la calle de Madero.
Lo que no impidió que tanto al interior como al exterior del lugar, Adán Augusto se vanagloriará de su jovialidad con la gente, sin escoltas visibles, saludando de mano, platicando y tomándose selfies sin chistar con quien se lo pedía, recorriendo la plaza de su adversaria, sin recibir abucheos. Un lujo que ni Sheinbaum puede darse, a no ser que mande a cerrar el perímetro de la Plaza de la Constitución con vallas, introduciendo a simpatizantes que la glorifiquen. En la batalla por ser el aspirante más cercano al pueblo, López Hernández ha tomado ventaja sobre Sheinbaum Pardo y Ebrard Casaubón, empezando por los apellidos, que son más mexicanos que el mole, lo que ha logrado actuando en su papel de Adán Augusto, sin imitar burdamente los ademanes de AMLO.
La llegada de César Yáñez a Gobernación parece un guiño de AMLO a los radicales de Morena, que le han advertido hace tiempo que nominar a Sheinbaum como sucesora podría revertir el proyecto de transformación, ante la presencia en el gobierno capitalino de exfuncionarios ligados al peñismo y a organizaciones de la sociedad civil, que apoyaron el modelo de seguridad contra el narcotráfico de Felipe Calderón, acusándola incluso de haber entregado la mitad de las 16 demarcaciones de la ciudad a la oposición, en los comicios de 2021, y de prometerles el gobierno de la capital en 2024, a cambio de que se encarguen de fracturar a la alianza Va por México con la intención de fragmentar el voto y allanarle el camino a la Presidencia.
Estas mismas voces, le han dicho al presidente que el objetivo de los conservadores, aliados a Sheinbaum, es tenderle una trampa –en la que ha caído–, porque a pesar del supuesto acuerdo no han parado las descalificaciones en contra de ella (por la tragedia de la Línea 12 del Metro o el experimento inhumano con la ivermectina), con la intención de que sea una presidenta débil a la que puedan desechar rápidamente por la vía de la revocación de mandato, lo que dejaría expuesto a López Obrador y excolaboradores a posibles juicios por corrupción en el corto plazo.
Sin embargo, esto último no fue lo que terminó de convencer al presidente. A lo anterior contribuyeron personajes del “bloque conservador” detrás de Sheinbaum, al corroborar su afecto por la “corcholata” favorita del presidente, destacando el diputado Gabriel Quadri, que venció al ahora titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez, en la elección por la diputación federal de Coyoacán hace un año, al escribir en su twitter, el sábado anterior: “Un problema para la oposición es que Claudia Sheinbaum no ha hecho un mal gobierno en la CDMX…”.
Haber alardeado de estas simpatías, pudo haber sido la gota que derramó el vaso para AMLO. Si algo detesta el presidente, es la camaradería y los apoyos del conservadurismo a los gobiernos de Morena. Sus desplantes hacia la comunidad judía (a la cual pertenece Claudia Sheinbaum), podrían ser el anuncio de que ha decidido mandar a un bateador emergente, quien por cierto, no enviará simpatizantes a gritarle neoliberal o conservadora a Sheinbaum, afuera de Palacio, cuando inicie la guerra de lodo en Morena; en todo caso, podría dirigirle cosas más sutiles, como una auditoría fiscal a personas cercanas o a sus presuntos secuaces del “bloque conservador”.
No olvidemos que su hermana, Rosalinda López Hernández, es la administradora General de Auditoría Fiscal Federal del Sistema de Administración Tributaria (SAT). Si la oposición había pensado salirse con la suya pactando con Sheinbaum ¿a quién iría dedicado el mensaje de apertura del presidente, en su mañanera del jueves: “Lo mejor es lo peor que se va a poner”?